El estado metafísico de la mercancía - Leopoldo Cabarcas Cassiani


Imagen relacionada

Leopoldo José Cabarcas Cassiani
Universidad del Atlántico
Facultad de Ciencias Humanas
Programa de Filosofía
Semillero de investigación Homeomerías
Correo institucional: lcabarcascassiani@mail.uniatlantico.edu.co

El estado metafísico de la mercancía.

El presente escrito consiste en una breve reflexión sobre El capital partiendo de un análisis metafísico y analitico en la concepción de Carlos Marx, sobre los conceptos de relación mercancía-producto, valor-precio y obrero-esclavo. Este informe se desarrolla dentro del Seminario de Marx y el objetivo primordial solo se traza en tratar de comprender lo mejor posible, el estado metafísico de la mercancía como presupuesto filosófico en el individuo, en la economía y en la humanidad.

Quizás, la mercancía en su forma más pura es como la energía; es decir, constantemente y continuamente se está transformando; con esto nos deja la sensación de que es, y no es; está y no está.  La cuestión aquí es ¿cómo concebimos tal cosa? Y más aún, ¿cómo la comprendemos?
En su obra magna, El capital, Marx nos plantea que a mayor cúmulo de mercancía se genera mayor capital, con esto es fácilmente deducible el origen de una riqueza y por ende el origen de un poder. Desde este sentido, la mercancía en su constante cambio permite el fluido de un menos a más y de un más a menos.
Marx nos dice que la mercancía es una cosa externa, apta para satisfacer cualquier necesidad humana, con esto, la mercancía en cuanto a mercancía se convierte en un producto, este producto representa en cierta forma la materialización de la mercancía dada en un tiempo, en un espacio y con una forma. Esta forma de mercancía adquiere un uso y una utilidad, factores que determinan su valor comercial y su valor intrínseco.
El valor comercial de la mercancía se remite al valor de cambio, a lo que se puede denominar como precio mercantil del producto, de esta forma una mercancía adquiere un precio en la escala del intercambio y través de un factor de mediación o igualación, cuya forma lógica es el bicondicional “si… y solo si”. El valor intrínseco de la mercancía es intangible e inconmensurable, podemos decir que este valor lo posee la mercancía de manera natural y espontanea en sí misma, pero se refleja por medio del valor de uso, con respecto a esta situación, Marx manifiesta en El capital que: “Las propiedades materiales de las cosas solo interesan cuando las consideramos como objetos útiles, es decir, como valores de uso”. (Marx. 1981. Pág. 5) Ante este valor de uso la mercancía representa una cualidad trascendental, ya que es el resultado de la abstracción de un trabajo, es decir, que el valor de uso de la mercancía, solo encierra un valor por ser –encarnación o materialización del trabajo humano abstracto. Bajo esta perspectiva, toda actividad, función, idea o simple acontecer en el desarrollo del humano genera un trabajo, y a causa de la derivación del trabajo se obtiene un producto con un valor de cambio dentro de la esfera del comercio y un valor de uso que trasciende.
La dicotomía en este punto se transa cuando el trabajo mismo como valor de uso y como valor de cambio, es decir, cuando el trabajo humano se transforma en mercancía y por ende adquiere un valor de cambio y un valor de uso. Quizás esta es la perspectiva del nuevo sujeto de la humanidad, un sujeto visto como producto, como mercancía y subyugado por los sistemas sociales, políticos y económicos, condicionando su ser; en donde la libertad del simple ser, está condicionada bajo unos parámetros el cual se delimitan por un  valor de cambio y un valor de uso. Aquí entonces nos preguntamos lo siguiente ¿Si la mercancía según Marx, es una cosa externa al humano y apta para satisfacer la necesidad que esté presente, ¿cómo puede éste convertirse en mercancía de sí mismo?
Quizás, mucho antes de que la humanidad tuviera consciencia de la categoría y del concepto de economía, al igual de la concepción del trabajo, este acto o función, consistía en un acto liberador, por las implicaciones que la economía como relación de cambio contiene en sí. En cambio, en nuestros tiempos, cuando tenemos plenitud de consciencia sobre la concepción y  categoría de trabajo; éste parece ser un acto  limitador, convirtiéndonos en productos, con un valor de cambio expresado y reflejado en una cantidad numérica, es decir,  en un precio; y con esto, en  un valor de uso inconmensurable e indescriptible para los intereses del sistema. En este estado, nos volvemos a preguntar ¿Es la mercancía la representación por medio del cual hacemos productos o la condición por medio del cual nos hacemos producto?
El trabajo o la fuerza de trabajo para la creación de una mercancía están abanderados por la mano de obra, “mano de obra que con el transcurrir del tiempo y el espacio, va cambiando según el contexto”. Esta mano de obra está representada por el “obrero”, pero en el desarrollo de este proceso encadenado, ¿Quién es el obrero?  El obrero es el progenitor de la mercancía, el obrero es un tipo de mercancía, es él la razón necesaria de un producto que refiere una posible mercancía, es con plenitud de su libertad, la razón de cambio de la misma mercancía. El obrero es un ser obligado a ser mercancía, contra su naturaleza y contra sus convenciones y, con la falsa plenitud de su libertad, a crear lo que por necesidad se le ha impuesto a hacer.     
Al intentar dar respuestas concretas a las cuestiones anteriormente planteadas, nos damos cuenta que el estado simple de lo que representa la mercancía adquiere dimensiones de análisis de un orden complejo, pero que pueden y deben caer bajo la lupa de la observación filosófica para comprender mejor el fenómeno de la economía que atañe al individuo y a la humanidad.
La mercancía no es solamente la transformación de la materia utilitaria con lo cual se logra obtener un valor de cambio que satisface los intereses de nuestras necesidades, sino que también representa un estado inconmensurable en la transcendencia del valor de uso que nos hacemos de las cosas materiales y no materiales.
Podemos decir finalmente, que la mercancía es un ente que se transforma en producto, este producto bajo la fuerza de trabajo adquiere un valor de cambio y un valor intrínseco, ambos valores están representados por la fuerza de trabajo cuyo gestor es el obrero, el mismo que se encuentra sometido a un estado de condiciones que lo representan a sí mismo como un producto, el cual es la mercancía alienada de todo  sistema económico; paradójicamente, esta es la misma concepción de la esclavitud.
A mi juicio, la mercancía no es una cosa externa, sino que es una cosa intrínseca entre lo interno y lo externo que coexiste con la necesidad del individuo y de la humanidad, con una relación y razón de cambio que varía de acuerdo al contexto espacio-temporal.
Nos preguntamos ahora, ¿Qué es mercancía y cuál es su estado en la naturaleza humana?
En una proposición simple, podemos decir que la mercancía es una relación de cambio, en una relación de cambio se ganan y se pierden valores, y se cambian valores por valores, esto es la posibilidad de un más, de un menos o de una relación de igualdad. La mercancía no es un producto, porque el producto posee su entidad como producto, la mercancía surge entonces, como el producto de un cambio, cuando X producto posee una relación de cambio y a través de este cambio adquiere X valor. En este sentido la mercancía es en acto y potencia un valor probable que se rige bajo una condición posible de la relación de cambio.
Al tener la mercancía un valor probable como potencia y acto, su capacidad de transformación sustancial es inconmensurable; es decir, no se puede mesurar bajo una medida determinada el acto transformable de la mercancía. Pues, no se puede conjugar el “es” y el “no es” de una sustancia que se transforma (mercancía) bajo un mismo valor. Esta condición modula el estado de la naturaleza de la mercancía dentro de la naturaleza humana. El estado metafísico de la mercancía se da por la capacidad que tiene la mercancía como sustancia transformable.

Referencia
Marx, Carlos. (1981). El capital. Decima cuarta edición. Bogotá D.C: Fondo de cultura económica.
   




Comentarios

Entradas más populares de este blog

La filosofía y la analogía del limón - Roberto José Carmona Ballestas

Participación de miembros en el XVI Encuentro Departamental de Semilleros de Investigación

Jean Paul Sartre: nociones para una psicología fenomenológica - Gustavo Castro